No me digas que los vampiros no existen, me visita uno cada noche.

Estoy segura de que soy la víctima de un vampiro sediento. Cada noche me desangra. Despierto con el cansancio de haber donado la sangre suficiente para salvar tres vidas y perder la mía. Me deja ojeras y se lleva mis ganas de levantarme de la cama. No hay forma de dejarlo satisfecho. Hay días en… Seguir leyendo No me digas que los vampiros no existen, me visita uno cada noche.

Un día quise hablar y otra vez las palabras se me enredaron en los dedos.

Hablé con las estrellas. Se limitaron a decirme que las mariposas que se posan sobre mi piel buscan el agua y el dulce que mi cuerpo emana. Platiqué con los ratones que se alimentan de la muy mal lograda composta de mi patio. Me contaron que el corazón de la manzana amarilla que encontraron tenía… Seguir leyendo Un día quise hablar y otra vez las palabras se me enredaron en los dedos.

Ceniza

Cuando te extraño intento describir la textura de tu ser físico. Tratando y tratando, recuerdo la suculenta que me regalaste antes de partir y que, en menos de un mes, se transformó en maceta vacía en el centro de mi patio. Cuando me la diste me daban ganas de darle un mordisco. Pienso cuánto me… Seguir leyendo Ceniza

Yo podría convertirme en un ser anaeróbico si eso me permitiera comerte los labios días enteros.

Fantaseo, más de lo psicológicamente recomendado, que soy un insecto. Un bicho que vuela y que lucha contra el viento y se posa sobre los pétalos más exquisitos de un diente de león, me como las hojas de tus hortalizas y me descubres una mañana mientras esparces rocío embotellado. Tus ojos se asombran y se… Seguir leyendo Yo podría convertirme en un ser anaeróbico si eso me permitiera comerte los labios días enteros.