Hablé con las estrellas. Se limitaron a decirme que las mariposas que se posan sobre mi piel buscan el agua y el dulce que mi cuerpo emana.
Platiqué con los ratones que se alimentan de la muy mal lograda composta de mi patio. Me contaron que el corazón de la manzana amarilla que encontraron tenía marcada la sonrisa de alguien que hace chistes de sus traumas, esperando hacerlos más pequeños. Al ver que intentaba hablar con ellos supieron que se trataba de mí.
Las perras que habitan conmigo llegaron en la madrugada a susurrarme que los besos que me dan en la mañana les abren el apetito. Pero en sus platos nunca hay algo tan suculento… salvo, quizá, la crema de cacahuate.
Me acerqué a las especias de la cocina y con el viento pude escuchar su emoción, porque mis dedos son los que mejor las acarician.
Quise hablar contigo.
Me solté en llanto.
A Leviris.
Kuir Fantastik